En 1625 Felip IV va atorgar a Catalina de Erauso el títol de Monja Alferes. Posteriorment el Papa Urbà VII permís per vestir com a home "El Papa concedió a doña Catalina, entre otras muchas mercedes, la de permitirle usar el traje de hombre, y como no le faltó quien motejase de indecente aquella concesión, el Pontífice dijo con satisfacción: -Dadme otra monja alférez, y le concederé lo mismo."(1)
En el seu viatge entre Madrid i Barcelona va ser assaltat pels bandolers prop de Bellpuig (Velpuche). A les seves memòries podem trobar com ho explica:
Capítulo XXIV
Parte de Madrid a Barcelona
Púseme en camino para Barcelona con otros tres amigos que iban para allá. Llegamos a Lérida, reposamos un poco, y proseguimos nuestro camino el Jueves Santo por la tarde. Llegados cerca de Velpuche, y como a las cuatro de la tarde, caminábamos bien contentos y ajenos de azar, cuando, de una vuelta y breñal al lado derecho del camino, nos salen de repente nueve hombres, con sus escopetas, los gatillos levantados, y nos cercan y mandan apear. No pudimos hacer otra cosa, y aun tuvimos a merced el apearnos vivos. Desmontados, quitáronnos las armas y los caballos, los vestidos y cuanto llevábamos, sin dejarnos más que los papeles, que les pedimos de merced, y que después de vistos nos dieron, sin dejarnos otra hilacha.
Proseguimos nuestro camino a pie, desnudos y avergonzados, entrando en Barcelona el Sábado Santo de 1626, en la noche, sin saber, a lo menos yo, qué hacer. Mis compañeros tiraron no sé por dónde a buscar su remedio; yo, por allí, de casa en casa, plañiendo mi robo, adquirí unos malos trapos y una mala capilla con que cubrirme. Acogime, entrada más la noche, debajo de un portal, donde hallé tendidos otros miserables y llegué a entender que estaba el rey allí y que estaba en su servicio el marqués de Montes Claros, buen caballero, caritativo, a quien conocí y hablé en Madrid. A la mañana siguiente me fui a él y contele mi fracaso; doliose de verme, y luego me mandó vestir e hizo entrar a presencia de Su Majestad, agenciándome el buen caballero la ocasión.
Entré y referí a Su Majestad mi suceso como me pasó. Escuchome, y dijo: «¿Pues cómo os dejasteis robar?» Respondí: «Señor, no pude más.» Preguntome: «¿Cuántos eran?» Dije: «Señor, nueve, con escopetas, altos los gatos, que nos cogieron de repente al pasar unas breñas.» Mostró Su Majestad con las manos querer el memorial. Se la besé y púseselo en ella, y dijo Su Majestad: «Yo lo veré.» Estaba entonces Su Majestad en pie, y fuese. Yo me salí, y en breve hallé el despacho, en que mandaba Su Majestad darme cuatro raciones de alférez reformado y treinta ducados de ayuda y de costa. Con lo cual me despedí del marqués de Montes Claros, a quien tanto debí, y embarqué en la galera «San Martín», la nueva de Sicilia, que de allí partía para Génova."
El seu viatge cap Itàlia tenia com a objectiu visitar al Papa Urbà VII. A les seves memòries trobem un altre divertida anècdota:
"Paseando por el puerto de Nápoles, unas jovencitas acompañadas de unos mozalbetes quisieron burlarse de ella, diciéndole: "Signora Catalina, dove si cammina?" A lo que ella respondió: "A darles a ustedes unos pescozones, señoras putas, y unas cuchilladas a quien se atreva a defenderlas."
La seva autobiografia és considerada com un dels documents més aclaridors del seu temps sobre un transsexual masculí.
(1) Memorias de la Monja Alférez, Ed Cátedra.
Més sobre don Antonio de Erauso: http://leopoldest.blogspot.com.es/2013/07/don-antonio-de-erauso.html
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